domingo, 3 de junio de 2012

Menú del domingo: Desayuno con Diamantes.


Una buena manera de endulzar una triste tarde de domingo es viendo una de las películas más renombradas de Audrey Hepburn, Desayuno con Diamantes.
Uno de esos clásicos que sabes que están ahí, pero nunca sacas tiempo para verlos y de repente una estúpida tarde de domingo se convierte en una ceremonia disparatada, contemplando una obra simple a la par de elaborada del cine norteamericano.
De la factoría Paramount a mi humilde portátil casi estropeado, para pasar el penúltimo domingo de mi estancia en Wroclaw. Una manera deliciosa de pasar el tiempo embobada en la vida de una joven alocada con ansias de volar, con ganas de vivir su vida sin ataduras, aprovechando su belleza y su carisma para conseguir todo lo que quiere. Una vida lujosa que no va más allá de la mera apariencia, pues en el fondo no es más que una mujer normal, que tiene lo suficiente para vivir, que no le gusta que la controlen y por eso teme entregar su corazón, por miedo a perder su libertad.


Juventud, belleza, sofisticación y elegancia, cualidades tan valoradas en cualquier época que toque vivir. Miedo a que te pongan límites, a dejar de llevar las riendas de tu vida. Ansias por conocer lo desconocido, por viajar, por vivir cómodamente. Orgullo y egoísmo.
Virtudes y defectos tan comunes en la sociedad occidental que siguen vigentes a día de hoy y que muy difícilmente cambiarán, por mucho que pase el tiempo, por muchos cambios de gobierno o crisis que haya, el ser humano es inconformista por naturaleza, e incluso me atrevería a decir, que infeliz por naturaleza también.
Otras de las escenas más llamativas del film son aquellas que tienen que ver con las idas y venidas de los protagonistas. El cortejo, ese juego en el que el hombre y la mujer mueven sus piezas, cual ajedrez, sin querer dar un paso en falso para no ser vulnerables. El amante y el amado, esos dos roles que se desempeñan sin elegirlos, como si un ente sobrenatural hubiese analizado a las personas para asignar el papel adecuado a cada cuál. Y cuando crees que has ganado, que tienes al enemigo en tu terreno... llega el beso, el esperado y deseado beso, que os deja a los dos fuera de combate, el orgullo se esfuma, somos vulnerables, la belleza se va a un segundo plano dejando al descubierto el alma.


-Te quiero y me perteneces.
-No, las personas no pertenecen a nadie.
-Claro que sí.
-No dejaré que me pongas en una jaula.
-Yo no quiero ponerte en una jaula solo quiero quererte... 
[...]
-¿Sabes lo que te pasa? No tienes valor, tienes miedo de enfrentarte contigo misma [...] Tú te consideras un espíritu libre, un ser salvaje y te asusta la idea de que alguien pueda meterte en una jaula. Bueno nena, ya estás en una jaula, tú misma la has construido y en ella seguirás, vayas donde vayas. Porque no importa donde vayas, siempre acabarás tropezando contigo misma.


Y con este fragmeto emotivo me despido por hoy, sed felices y dejad que los demás también lo sean.

P.d. Gracias Cris por recomendarme la película, siempre aciertas :)

:*