Desde que llegué a tierras extrañas, mi afición por la lectura se ha visto incrementada desproporcionalmente, devoro libros como nunca. Después de Una Pasión Vintage de Isabel Wolff, vino La Suma de los Días de Isabel Allende, y tan sólo una semana después, empiezo y acabo con La Bruja de Portobello de mi estimado Paulo Coelho. Tres libros muy diferentes de los que he aprendido algo interesante:
-Del segundo: la importancia de la unión familiar, del cariño de los tuyos para afrontar los momentos difíciles con serenidad y para compartir las más bellas alegrías. Pues lo malo se hace más llevadero cuando te rodeas de verdadero amor, al igual que lo bueno se multiplica cuando lo compartes con los que te aman.
-Y ahora que acabo de terminarme el tercero, a pesar de que no me ha dado lugar a reflexionar mucho sobre él, llevo soñando descontroladamente y viviendo cosas aun cuando estoy dormida, desde que lo leo mi mente está más activa que nunca, planteándome preguntas y buscando respuestas a las que a menudo dejo sin contestar.
Después de leer 11 Minutos y Aleph de Paulo Coelho, sabía más o menos a lo que me enfrentaba al ponerme ante La Bruja de Portobello, pues el misticismo y la espiritualidad son características intrínsecas del autor brasileño. Son libros con vida propia, que no te dejan caer rendida al sueño de una lectura placentera, nada más lejos de eso, te incitan a la reflexión perpetua, al cuestionamiento continuo, a la esperanza y a la búsqueda interior, a ahondar en los recovecos más profundos de nuestro ser. Hasta el punto de llegar a confundir lo real con la fantasía.
Es una lectura que te coge siempre desprevenida, donde el tema más recurrente a lo largo de los siglos sigue siendo motivo de interés, el amor.Pero no se trata de una novela romántica, ya quisiera mi mente, va mucho más allá de eso. Yo no os lo voy a contar, os incito a su lectura, simplemente me gustaría citar algunos párrafos llamativos del libro:
Deidre O´Neil, conocida como Edda: "El gran problema de Athena era que fue una mujer del siglo XXII que vivía en el siglo XXI y que permitía que todos se dieran cuenta de ello. ¿Pagó un precio? Sin duda. Pero habría pagado un precio mucho más alto si hubiera reprimido su exuberancia".
Athena: "Si un hombre que no conocemos en absoluto nos llama hoy por teléfono, charlamos un poco, no insinúa nada, no dice nada especial, pero aun así nos presta una atención que normalmente no recibimos, somos capaces de acostarnos con él esa noche relativamente enamoradas. Somos así, y no hay nada de malo en ello: es propio de la naturaleza femenina abrirse al amor con gran facilidad."
Athena: "Si un hombre que no conocemos en absoluto nos llama hoy por teléfono, charlamos un poco, no insinúa nada, no dice nada especial, pero aun así nos presta una atención que normalmente no recibimos, somos capaces de acostarnos con él esa noche relativamente enamoradas. Somos así, y no hay nada de malo en ello: es propio de la naturaleza femenina abrirse al amor con gran facilidad."
No hay comentarios:
Publicar un comentario